Una noche de emociones se vivió bajo la lluvia en el Estadio Nacional.
Revista Digital – Información de Mercado
Fue una lluviosa jornada, pero eso no frenó al público que se congregó en masa en el Estadio Nacional, ni tampoco frenó a Martina Weil de correr hacia la victoria en los 400 metros planos. Un nuevo oro para Chile en estos Juegos Panamericanos, el octavo en el total, y el tercero que suma el atletismo en los tres días que lleva de competencias.
La velocista fue la figura de la tarde en Ñuñoa. Desde su ingreso al recortán para hacer los ejercicios de entrada en calor hasta su llegada a la meta con la cara llena de felicidad. El cariño de los asistentes se hizo sentir, dijo Martina, aseverando que la empujaron en esos metros finales, cuando las piernas ya pesaban.
«Estoy demasiado feliz. Había tanta gente en el estadio. Me dijeron que las entradas estaban agotadas, pero empezó a llover y yo dije si no tuviera que estar acá obligada no estaría ni por si acaso. Salí del estadio y ver la cantidad de gente que seguía acá, se seguía mojando y dispuesta a estar gritando por mí significa todo», reconoció.
Sus padres, Gert Weil y Ximena Restrepo, tampoco pudieron contener la emoción. Cuando culminó la carrera, el ex lanzador de la bala que comentó la prueba para TVN, bajó y le dio un emotivo abrazo. Más tarde volvieron a entrar en familia junto a Martina a la cancha, al término de la jornada, con el Nacional ya vacío. Como tratando de digerir lo vivido.
El dos veces campeón panamericano bromeó por cómo vivió la carrera durante la transmisión. «No me pude quedar sentado, si me paraba me salía de cámara, pero no me importó. Lo disfruté igual», admitió.
Restrepo, por su parte, medallista de bronce en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 representando a Colombia, indicó que sueñan con que pueda batir el récord sudamericano en la distancia, que ella misma tiene en su poder hace 31 años. Y recordó una anécdota de por qué Martina no quería dedicarse al atletismo cuando chica. «Ella en un comienzo no quería ser ‘la hija de’, pero ahora nosotros somos ‘los papás de Martina'», bromeó.
Al momento de analizar el triunfo, Martina reveló que no corrió una prueba perfecta, pese a que lideró de principio a fin. Destacó que fue un poco distinto a lo que plantea normalmente, pero que fue muy difícil no salir entusiasmada con el público gritando. Recuerda que el silencio que se dio antes del disparo y el ruido posterior fue como ensordecedor. Salió más rápido de lo que debía.
«Yo iba por fuera de nuevo, las más rápidas iban por dentro. Entonces yo no las tenía en mi campo de visión. Pero mi idea era tratar de salir a correr, alcanzar a las de las pistas de afuera y tratar de no ver a las de adentro. Entré en la recta final y fue como, cresta, salí muy rápido y no me puedo las piernas. Pero fue lo suficientemente rápido para que no me alcanzaran al final», analizó.
La celebración, eso sí, tendrá que esperar. La flamante campeona panamericana deberá presentarse hoy a competir en la posta 4×100. Dijo que no sabe cómo lo haría para dormir y prepararse, fruto de las emociones vividas. Remarcó que aún no lo dimensiona.
«Estoy sin palabras. Valió la pena el dolor de cabeza, las náuseas y el dolor de piernas. Agradezco demasiado a la gente. No me quedaba otra. La gente se quedó con lluvia, con viento, creyeron en ese oro. Ha sido un camino largo, con porrazos y aprendizaje», admitió.
Si hay algo que significa, eso sí, es que se acerca a su meta de clasificar a los Juegos Olímpicos de París 2024. Su idea era hacer la marca mínima en esta final, pero las condiciones no fueron ideales por la lluvia y el frío.
Aún así, sumó puntos para el ranking olímpico en una competencia de nivel A, sumado a las dos fechas de la Diamond League en que compitió esta temporada y el campeonato sudamericano que ganó en Sao Paulo en julio pasado.