La enseña francesa celebra la serenidad, alejada del formalismo estético (y también vital) del lujo silencioso.
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Noticia Diaria: La música de la jovencísima Zaho de Sagazan —nepo baby francesa y con solo un disco en el mercado—, a medio camino entre el synth-pop ochentero y la Chanson francesa, es la protagonista de un desfile que viaja a otros tiempos quizá más felices del siglo pasado. Décadas que permanecen en nuestra retina por su capacidad para resumir con una sola imagen el estilismo del momento, y alejadas por tanto del eclecticismo actual, en el que conviven distintas tendencias y micro tendencias. Pero que desde hace unos meses, trata de asentarse en la tranquilidad (y quizás, la certidumbre) del minimalismo, también llamado en ocasiones lujo silencioso.
Una aproximación a la moda que la mayoría de enseñas han asumido como propia y que sin embargo no parece querer transitar el director creativo de Louis Vuitton, Nicolas Ghesquière que, con esta colección, la que corresponde a primavera-verano 2024, ha querido celebrar la leggerezza de la vida que no tiene por qué ser necesariamente gris y estresante. Y lo hace con tejidos vaporosos que se adaptan al cuerpo, dejándolo libre de ataduras; y con cinturones que sirven como ornamento y casi nunca como elemento de opresión.
También está presente la diversión en todas sus formas, a través de la mezcla de estampados dispares que podrían resultar antagónicos y que según las normas del decoro estético quizá no engaman demasiado bien. Pero hay en la propuesta de Ghesquière muchas ganas de jugar con las tendencias; por eso es posible ver cazadoras ochenteras (las nuestras, de táctel; las suyas, con remaches de piel) acompañadas de faldas de estilo ‘cottagecore’. O tacones que se embellecen con lo que parecen orejas de conejos y medias de colores. Hay también una oda al disfrute y la calma y, de nuevo, al carácter fluido y sin ataduras del momento que vivimos. Esta vez no hay ropa interior a la vista o bragas que funcionan como faldas, pero el pijama sale a la calle, a través de pantalones y camisas de rayas que sirven como vestidos.
La diversión surge además gracias a los looks con tirantes, las mangas abullonadas y el estampado de pata de gallo, que tontean con un estilo propio de la década de los ochenta, en donde el corte de pelo más pedido era el ‘mullet’. Sin olvidar las referencias a las chaquetas excesivas con botones dorados y hombreras que tanto gustaban a Prince y a Michael Jackson, generando una figura trapezoidal que desdibuja los hombros y entalla la cintura.
Pero no es esta la única década que se homenajea: hay en esta colección minifaldas de tablas con un estampado a lo Mondrian; conjuntos de satén amarillo pastel; gabardinas de cuero negras, a lo Catherine Deneuve en Belle de Jour; guiños a la tendencia safari, en clave sport chic y conjuntos arlequinados; blusas con escote drapeado; y un final dedicado al op-art, otra tendencia fundamental dentro del mundo arty y que la moda recupera cada cierto tiempo.
Es por tanto una moda en donde hay lugar para el brillo, los logos (presentes en formato XXL en los bolsos de la firma) y una nostalgia que mira al pasado para contagiarse de sus cosas buenas, sin olvidar el maravilloso momento presente.
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Gracias por leer la Noticia Diaria, esperamos que tengan un buen día, les desea Información de Mercados.
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Fuente: vogue.es