NOTICIA DIARIA – REVISTA DIGITAL
Desde septiembre (o antes) hasta febrero (o después). Las propuestas de otoño ya empiezan a colarse en los escaparates físicos y digitales, lo que invita a ver y analizar algunas de las tendencias más destacadas (y lo que significan para nuestro armario)
Las tendencias de otoño-invierno 2021/2022 ya empiezan a colarse tanto en los escaparates físicos como en los digitales: basta echar un vistazo a la sección de “nueva colección” de (casi) cualquier marca para empezar a ver un giro claro hacia más cantidad de tela, otra paleta de color y multitud de chaquetas y abrigos que invitan a pensar en una bajada de temperaturas. Así que sí, aunque en según qué zonas el calor todavía apriete, parece que ha llegado el momento de ver y analizar algunas de las tendencias de otoño-invierno 2021/2022 más destacadas de la temporada. ¿Las consecuencias directas? Una mayor conciencia a la hora de planificar posibles compras, un poco más de facilidad a la hora de experimentar con los looks y la construcción (por fin) de un armario cápsula y una visión más clara de lo que está aconteciendo en la industria a nivel visual y creativo.
Las texturas grandilocuentes
Quizás el concepto suene un tanto extraño así encapsulado, pero es una de las tendencias más fácil de detectar tras repasar desfiles como el de Khaite, Isabel Marant, Miu Miu, Chanel, Marni y muchos otros. Porque todas ellas, además de otro buen puñado de firmas de lujo, han abrazado y potenciado la cualidad táctil a la hora de pergeñar sus diseños; algo cuanto menos curioso, teniendo en cuenta que muchas de las presentaciones ocurrieron en formato digital. Quizás con intención de atravesar la pantalla y llegar a las yemas de los dedos del público, la exageración de la textura de los tejidos ha sido una de las constantes tanto para conjuntos de dos piezas como para vestidos, e incluso para zapatos y bolsos (resulta imposible obviar las botas de pelo de Miu Miu o el bolso peluche de Blumarine). Pero tampoco hay que desdeñar dos ideas que se dan la mano: que los tejidos envolventes faciliten volver a vivir fuera de nuestro hogar y que eso suceda sin dejar de lado ni la comodidad ni la protección que normalmente se siente en él. La puesta en escena de Altuzarra de looks de exterior en el interior puede ser un gran ejemplo de cómo funciona esta dicotomía, además de mostrar un modo de bajar a tierra el concepto de las texturas: a través de los matching looks de punto, es decir, looks compuestos por dos o tres piezas de punto fino o grueso. En Proenza Schouler incluso se completan con zapatos que bien podrían ser zapatillas de estar por casa.
La sastrería
Es una de las tendencias más repetidas en artículos, informes y tiendas por un sencillo motivo: es una de las más asequibles visualmente. Los ojos están acostumbrados a ver trajes de chaqueta casi por todas partes, de modo que lo que le queda a las pasarelas es transformarlo y probar distintas hechuras y colores para recordar su poder. Uno que no solo abarca el conocido power dressing y las asociaciones a la imagen de éxito canónica, sino también cierto optimismo que la moda y la sociedad han estado buscando los últimos meses. Los primeros vestigios de este discurso estaban tanto en las colecciones de primavera-verano 2021 como en algunas presentaciones de otoño, como la de Prada. En ella, Raf Simons y Miuccia Prada hablaron de un porvenir que pintaban relativamente halagüeño y, con permiso de las lentejuelas y las estolas de peluche (he ahí más texturas grandilocuentes combinadas), los trajes sastre tenían un lugar destacado en la plasmación de una esperanza controlada. Al fin y al cabo, los pantalones de pinzas a juego con blazers de todo tipo son prendas asociadas a contextos de socialización más o menos formales. Suelen implicar ver a otras personas y no permanecer solo en casa, lo que abría la puerta a una recuperación de las visitas, las salidas e incluso el retorno a la oficina. Y todo ello únicamente sería posible si la situación sociosanitaria mejoraba. Corolario: llevar un traje de chaqueta esta temporada, sea del tipo que sea, puede ser más optimista que el más vivo de los colores.
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La ropa de fiesta (y todos sus derivados)
Esa que parecía impensable hace un año, esa con la que, quizás, todavía se experimente algo de extrañeza, como si la falta de uso la hubiese convertido en una suerte de disfraz. Pero no lo es. De hecho, es un look al que nos volveremos a acostumbrar, adaptándolo a las nuevas coordenadas de comodidad, y se hará porque las ganas de celebrar merecen ser recuperadas. Es una idea que flota en el imaginario colectivo y, por tanto, también en la mente de los directores creativos de las casas. Su plasmación, tal y como han demostrado Balmain, Paco Rabanne, Saint Laurent, Gucci o Michael Kors, pasa por todos esos territorios comunes que aportan seguridad; justo lo que se necesita a la hora de volver a sumergirse en un estilismo que se siente como nuevo. Así, es posible encontrar una cantidad ingente de tejidos brillantes junto con otros cargados de lentejuelas, una de las grandes protagonistas de la temporada, además de altas dosis de plateado y dorado. ¿Lo curioso? Que esas coordenadas hablan tan alto y claro de la fiesta que ni siquiera tienen que apoyarse en los patrones y piezas clásicas, pudiendo combinarse con prendas de corte sport y colarse incluso en looks diarios. Tampoco habría que perder de vista detalles de plumas y peluche, escotes off the shoulders y vestidos lenceros.
La nueva logomanía
Esta es una de esas tendencias que puede haber pillado por sorpresa, ya que parece una contradicción para con el clima social y estético de los últimos meses, marcado por la contención. Sin embargo, el lujo silencioso y las piezas básicas propias del armario cápsula han convivido con todo un elenco de pantalones de chándal, sudaderas y demás ropa deportiva… habitualmente adornada con logotipos y anagramas. Ese y renovadas estrategias de branding pueden haber sido dos motivos que hayan acunado el renacer de la logomanía 3.0, una que ya no habla tanto de estatus social (algo que si ya estaba quedando obsoleto para muchos consumidores, ahora ha pasado al último plano de importancia debido a la pandemia) como de conocimiento y afiliación estética. De ahí que muchos de los monogramas se hayan convertido en estampados que llenan cualquier prenda o accesorio, o que haya prints, como el de La Greca de Versace o la media luna de Marine Serre, que aspiran a convertirse en iconos de las casas, creando nuevos signos identificativos. Esta aproximación al logo podría considerarse un poco menos ortodoxa, grupo en el que también entrarían interpretaciones como las de Louis Vuitton o Chanel, que juegan con colores, colocación y hasta tipografías. Pero si hay un ejercicio visual subversivo, es el de Gucci y Balenciaga: sí, sus logos y anagramas son los clásicos, pero se entremezclaron en la colección Aria para poner en jaque ese egocentrismo inherente a los logos. El resultado, como ya se sabe, ha sido el de una identificación de las piezas incluso más sencilla y contundente. La cuadratura del círculo.
Los accesorios maravillosamente excéntricos
Esta categoría recoge, en cierto modo, el mismo espíritu que la ropa de fiesta o, por qué no, la de la nueva logomanía: el de las ganas de divertirse con la moda ante la incertidumbre. Y si bien esto no siempre es fácil (o accesible) de ejecutar con las prendas propiamente dichas, sí resulta más sencillo hacerlo con los accesorios. Los guantes largos podrían ser uno de los ejemplos más sobresalientes en este sentido, ya que es posible encontrarlos en todo tipo de colores y materiales, teniendo en cuenta las propuestas de Prada, Miu Miu, Altuzarra, Jil Sander o Simone Rocha, que se alejó de los clichés visuales del invierno para crear piezas de tul bordado. Los zapatos con detalles de peluche o pelo sintético como los de Miu Miu, Proenza Schouler o Altuzarra también están presentes, al igual que los bolsos pop de Blumarine, al igual que las joyas maximalistas que dominarán el otoño, flores, brillos y flecos mediante. Pero si hay algo imposible de obviar, aunque solo sea por cuestión de tamaño, son los bolsos XXL. Las medidas de este complemento han aumentado hasta lo imposible (como en el caso de Marni) para llevar la casa a cuestas y guardar todo lo que se pueda necesitar tanto en jornadas maratonianas como en imprevistos (fomentando esa sensación de seguridad en el exterior). Chloé, Fendi, Khaite o Burberry tienen modelos más cercanos a la realidad.
Fuente: https://www.vogue.es/moda
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