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Implementar soluciones de telemedicina en un sistema sanitario integrado, que incluya hospitales y clínicas, ofrece diversas ventajas que pueden resultar determinantes al momento de evaluar el éxito de una estrategia.
La Telemedicina no es un concepto nuevo en Chile. De hecho, en 1993 se desarrolló un Proyecto Piloto entre la Universidad Católica y el Hospital Sótero del Río, dirigido a investigar dos áreas: la comparación de diagnóstico tradicional versus telediagnóstico y el desarrollo de métodos óptimos de colaboración a distancia (educación).
De ahí en adelante, los avances han sido constantes, pero no disruptivos. Tuvo que llegar la pandemia por Covid19 para que la telemedicina se mostrase como una evolución necesaria, a la que se deben destinar recursos tecnológicos y financieros.
Como estrategia sanitaria fue incluida en los lineamientos de la OMS, en su 58ª Asamblea Mundial de la Salud en 2005, en la que se instó a los Estados Miembros a que se plantearan la elaboración de un plan estratégico a largo plazo, para concebir e implantar servicios de cibersalud en los distintos ámbitos del sector. En este contexto, Chile asumió el reto de mejorar los indicadores y condiciones de salud de la población hacia 2020.
Sin embargo, producto de la emergencia por el Covid19, la telemedicina se ha convertido en un servicio clave a la hora de ayudar a pacientes en aislamiento, descongestionar recintos asistenciales y ahorrar tiempo en traslados, esto mediante una variedad cada vez mayor de aplicaciones y servicios que utilizan videoconferencias, correo electrónico, teléfonos inteligentes, comunicaciones inalámbricas y otras formas de tecnología de las telecomunicaciones.
En este sentido, Alejandro Girardotti, director de conectividad, medios & IP de CenturyLink en América Latina destaca que, “la telemedicina brinda una serie de beneficios al paciente y a los profesionales de la salud,
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como la reducción de barreras de acceso a los sistemas médicos, reducción de costos, mejora de la calidad de atención y permite el acceso de forma virtual.
Sin embargo, se requiere de herramientas tecnológicas y de conectividad para su aplicación, como Internet de las Cosas (IoT), Inteligencia Artificial, Conectividad Red SD-WAN y Herramientas de reconocimiento de voz”.
Por ejemplo, a nivel del paciente, la firma consultora de negocios Frost & Sullivan descubrió que la aplicación de IA a los datos de atención médica puede mejorar los resultados entre un 30% y un 40% y a su vez, reducir el costo del tratamiento en más del 50%. En lo que respecta a las herramientas de reconocimiento de voz, éstas permiten que el médico durante la consulta se concentre en el paciente y su diagnóstico, más allá de cumplir con el protocolo de llenar formularios e historiales clínicos.
Implementar soluciones de telemedicina en un sistema sanitario integrado, que incluya hospitales y clínicas, tal como se está operando en Chile durante la pandemia, ofrece diversas ventajas que pueden resultar determinantes al momento de evaluar el éxito de una estrategia. Entre ellas destacan la reducción del peligro de pérdida de imágenes; diagnósticos y tratamientos más rápidos y precisos; mejor y más rápida comunicación entre distintos servicios; eliminar el duplicado de información; más eficacia de los equipos y servicios; mayor economía en los gastos derivados del transporte; optimizar procesos administrativos, por simplificación de los circuitos de petición y reducción de errores administrativos.
Para Girardotti, también es crucial el “entrenamiento que puedan recibir los profesionales de la salud para interactuar con estas herramientas, y también a los pacientes, para que tengan la suficiente confianza en los nuevos dispositivos tecnológicos, brindándoles la seguridad que tras su operación existe un profesional calificado utilizándolos y cuidando de ellos. Para esto, las herramientas de video permitirán una interacción directa, con la finalidad de que no se pierda el contacto humano y el cambio no sea abrupto”.
En definitiva, superar esta pandemia, y las próximas que vendrán, dependerá de qué tan rápido el área de la salud adopte soluciones tecnológicas que le permitan salvaguardar el bienestar y la seguridad de los pacientes. Esto significará un cambio de paradigma en la praxis médica y en la forma que comprendemos el sistema sanitario.
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