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Para los investigadores, resulta prematuro todavía pensar en nuevos tratamientos
Científicos de Reino Unido y Brasil trabajan en la búsqueda de aumentar la durabilidad del baipás cardíaco, y la últimas pruebas determinan que sólo una proteína separa a los especialistas de este objetivo.
En términos más concretos, este procedimiento quirúrgico consiste en utilizar parte de una vena de la pierna para efectuar la revascularización del corazón cuando el mismo padece una merma del flujo sanguíneo.
Ahora, esta condición puede llevar al infarto de no tratarla. Por ello, una de las claves para evitar que la vena safena implantada se desgaste -y evitar la intervención- puede residir en una proteína normalmente producida por las arterias: la CRP3 (las siglas de cysteine and glycine-rich protein 3).
Justamente, los investigadores del Instituto del Corazón (InCor), del Hospital de Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (HCFMUSP), en Brasil, observaron que, cuando se implanta esta proteína en el corazón, la vena safena pasa a expresar esta proteína.
Este efecto sería una respuesta al incremento del flujo sanguíneo en su interior al compararlo con el de la pierna, lo cual contribuye para que la vena soporte esa mayor presión mecánica.
Aún así, esta respuesta adaptativa no resulta suficiente para que la vena safena soporte ese flujo sanguíneo incrementado durante mucho tiempo. De hecho, el vaso termina desarrollando lesiones en su pared al cabo de algún tiempo y que requieren nuevas intervenciones en la mitad de los casos.
“La idea es que podamos modular la CRP3 u otras proteínas que se muestran importantes en ese proceso de adaptación, de manera tal que los baipases tengan una durabilidad mayor”, dijo Ayumi Aurea Miyakawa, investigadora parte del equipo.
“Nuestra hipótesis indica que la CRP3 participa en la mecanotransducción, el proceso mediante el cual las células perciben el estrés mecánico y responden a él. La safena humana pasa a producir esa proteína para intentar compensar ese estrés y responder al mismo”, explicó la investigadora.
El grupo coordinado por Miyakawa procura ahora entender de qué manera actúa la CRP3 en estos procesos de adaptación y la actuación de otras proteínas de la familia en el proceso. Para ello, los brasileños entablaron la colaboración con el equipo de la Universidad de Manchester, en el Reino Unido, encabezado por el profesor Christoph Ballestrem.
Sus trabajos ya habían demostrado la importancia de otras proteínas en la respuesta al estrés mecánico. Especialmente la vinculina y la talina.
“Estamos demostrando ahora que diversas proteínas presentes en las adherencias focales controlan diferentes módulos de respuesta al estrés mecánico. La CRP3 e incluso otras proteínas de la familia CRP pertenecen a un tercer módulo que aún no habíamos estudiado y que es absolutamente crítico para la mecanotransducción”, dijo Ballestrem.
Para los investigadores, resulta prematuro todavía pensar en nuevos tratamientos. “Mediante esta colaboración, estamos intentando dilucidar estos mecanismos. De lograrlo, podremos manipularlos para controlar el comportamiento de las células. Además de aumentar la durabilidad de los baipases, esto puede ser importante en la elaboración de nuevos tratamientos contra las fibrosis y las enfermedades cardiovasculares, entre otras afecciones”, dijo Ballestrem.
Fuente: Agencia FAPESP / DICYT
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